Al recordar sus últimos recuerdos con Diego, Javier mencionó que solo “tenía 10 años, era chiquito”. “Se fue de acá comiendo una mandarina, le dijo a mi mamá que se iba a la casa de alguien y al colegio”, aunque no logra precisar a dónde se dirigía exactamente.
“En su momento, mi mamá y mi papá hablaron con la policía… Interrogaron a todos los chicos del colegio. Mi mamá tiene 87 años y a veces, pobre, no recuerda bien”, contó Javier, hoy de 50 años. También mencionó que durante años pensaron que “lo chuparon” algunos remanentes de la dictadura, debido a que figuraba en una agenda sospechosa.
Ante la consulta de Mauro Szeta sobre si la dirección de la calle Congreso al 3700 en Coghlan tenía algún significado para la familia, respondió: “No, la verdad que no. Sabíamos que había un testigo que iba en un colectivo y le gritó ‘¡qué hacés Gaita!’, porque así le decían”, recordó.