Años tras año, los promeseros enfrentan el frío, la lluvia y la fatiga con estoicismo. En este 2025, el tiempo dio una tregua y acompañó a la feligresía. Sin embargo, se espera que, para el regreso de jinetes y caminantes, el frío sea protagonista de las travesías. Pero no hay queja ni cansancio que opaque la fuerza del amor a María.
Itatí es mucho más que una celebración religiosa: es una experiencia colectiva de fe viva, que atraviesa generaciones y transforma el sacrificio en gozo. Este 16 de julio, una vez más, los corazones se alzarán al cielo, en agradecimiento y pedido, ante la Virgen que cuida, consuela y guía.