“El principal factor que explica esta caída es la ausencia de programas de cuotas con o sin interés, que históricamente han impulsado el uso de tarjetas. Sin ese incentivo, la cartera tiende a contraerse”, explicó Guillermo Barbero, socio de la consultora.
El medio aguinaldo de junio también jugó su partida. Para muchos trabajadores formales, ese ingreso extra significó aire: menos urgencia por financiar consumos, e incluso margen para achicar deudas. Así se explica, en parte, que los préstamos personales crecieran un 3,8% nominal y solo un 1,8% real, la mitad del ritmo registrado en los primeros meses del año.
En la vereda de enfrente, el crédito en dólares mostró una dinámica mixta. Mientras los préstamos comerciales en moneda extranjera crecieron 2,6% mensual, las tarjetas en dólares cayeron un 18%, a pesar de mostrar una suba interanual del 40,4%. El total se ubicó en u$s639 millones.
La foto de junio deja una escena dividida: las familias retraen el gasto, mientras algunos sectores ligados a la inversión se animan más. Una señal de prudencia en los hogares, y de expectativas más optimistas en ciertos nichos empresarios.
“El financiamiento responde tanto al calendario como a las reglas de juego. Y hoy, sin cuotas y con salarios aún en terreno débil, las familias prefieren no arriesgar”, concluye el informe.