En otra de las denuncias, "no solamente no le pudieron practicar la cesárea a tiempo, sino que (la mamá) estuvo esperando 10 horas con el bebé muerto en el útero, sabiendo que ya estaba muerto. Nosotros entendemos que puede configurar, en ese caso en particular, el dolo eventual", aseguró.
"Hay un protocolo que establece que, al momento del deceso de un bebé, esa madre debe tener un tratamiento diferenciado al de las madres que dan a luz. En este caso, se la puso en una sala donde ya había madres parturientas con sus bebés en brazos, llorando, hablando con sus parejas, disfrutando de la maternidad", subrayó.
Según los relatos de las madres, el hospital no respetó las medidas de bioseguridad ni las normas ISO. "Los médicos no poseían guantes ni barbijos; pocos tenían cofias. Una de mis asistidas contó que en el quirófano había gente tirada en el suelo, residentes o médicos, comiendo y tomando mate. Es gravísimo a nivel institucional. Podría decirse que es violencia obstétrica, violencia institucional, y el trato hacia las madres ha sido tenebroso", concluyó.