El mensaje de Cristina Fernández de Kirchner no solo trazó una hoja de ruta para el peronismo, sino que también fue una advertencia clara y un gesto de cuidado hacia su militancia. Pidió expresamente no volver a su domicilio. Sabía lo que estaba en juego: una posible emboscada con el “único objetivo de provocar conflicto y caos” y utilizarlo como excusa para revocar su prisión domiciliaria. Por eso, llamó a terminar la jornada sin tensiones, sin provocaciones, con alegría. Así todo, un grupo de militantes volvió a San José entrada la noche.
Cristina Kirchner suele autodefinirse como una militante peronista. En efecto, lo es. Una militante que aprendió de la sangre derramada tras la proscripción de su líder, y también del espíritu de Néstor Kirchner. “La patria —que no es ni más ni menos que el pueblo mismo— también, una vez más, necesita ser defendida”, sostuvo, marcando el tono de época. Desde su casa, volvió a encauzar: “Esta nueva etapa exige nuevas actitudes y exige también mucha sabiduría, mucha creatividad, mucha templanza y mucho, pero mucho coraje para organizar, para clarificar y para volver”, expresó, reafirmando que el desafío no es solo resistir, sino reconstruir con inteligencia colectiva. “Quedémonos con la foto más linda, que es la foto todos juntos, las banderas argentinas, con alegría, con amor, con fuerza” dijo para cerrar.
El fin de semana comenzará una nueva etapa, más pragmática: la de las definiciones electorales. Los actores lo saben. No hay margen para reconstruir sin unidad. Serán semanas intensas hasta mediados de julio, cuando deba presentarse la estrategia y las listas de candidaturas para la elección desdoblada en la provincia de Buenos Aires.