La carrea delictiva de Adriana Suárez comenzó en 2012, cuando fue detenida por robo agravado, pero cumplió la pena con prisión domiciliaria ya que recientemente había dado a luz.
Posteriormente, en 2014, fue denunciada por amenazas y en 2019 retomó la senda delictiva, luego de haber recibido el beneficio de la libertad condicional, cuando irrumpió en una vivienda junto a su expareja -Pablo Bravo- con fines de robo.
Por ese hecho fue condenada a seis años de cárcel, pero al tener a cargo a sus hijas menores, sumado a las restricciones por la pandemia de covid-19, la mujer cumplió la pena nuevamente en su domicilio, donde finalmente asesinó con saña a su inquilino.