herederos del imperio Felfort, la importante marca de chocolates, y su irrupción en la televisión ocurrió como fue todo en su vida: ostentosa, extravagante, desinhibida, y sobre todo, diferente a todo lo que se veía en los medios.
El reloj en la pantalla marcaba las 23.30 cuando el millonario comenzó a recorrer su casa para mostrar detalles de su vida privada. El paso por su vestidor incluyó un minucioso repaso de los coloridos sacos que incluía. Sin sonrojarse, contaba que las botas que tenía puestas costaban "más o menos 500 euros y las otras 2.500 dólares", en referencia a otros pares que tenía, todos de origen extranjero. El conductor del programa reiteró, en varias ocasiones, que el televidente estaba viendo "la casa de un tipo excéntrico, de una persona que vive realmente muy bien, de un tipo diferente".
Luego de jugar a tirarse a la amplia cama, de un espléndido blanco, con la movilera, le pidieron que muestre que había en la heladera. Todos querían saber qué comía un personaje como este, con un físico entrenado, que demostraba un interés particular por su apariencia. "Están a dos cuadras", indicó exagerando y luego contó que tenía una para conservar su comida y otra para la de sus hijos Marta y Felipe.
Por último, las cámaras mostraron el baño, con el llamativo detalle de una doble ducha y la exhibición de una amplia variedad de perfumes importados. En ese momento, Fantino quiso saber cuál había sido el último regalo que había hecho y el protagonista de la noche aclaró que había sido "a una mujer, por supuesto". Esa actitud se convirtió en una constante de los primeros años de Fort en la farándula: rodearse de hermosas mujeres y despejar cualquier duda respecto a su sexualidad.